El domingo en Cataluña la Generalidad se burló con absoluto desparpajo del Estado de Derecho y del Tribunal Constitucional. Burla tolerada con ignominia por el Gobierno de España. A estas horas Mariano Rajoy debería haber depositado su dimisión ante el jefe del Estado si en algo valora su honor como político que ha jurado la Constitución.
La inoperancia de este Gobierno, incapaz de defender la libertad, la igualdad y los derechos de los españoles así como de garantizar la buena administración de los dineros de todos, es clamorosa. Hace mucho tiempo que debería haberse instaurado el siguiente sencillo mecanismo: las autoridades catalanas no podrán utilizar un céntimo del dinero que fluye a sus arcas desde el ministerio de Hacienda sin la firma de un interventor del Estado. Solo así se puede garantizar que los millones de euros que allí llegan procedentes de los bolsillos de todos los españoles se dediquen a financiar los servicios públicos básicos y no a la propaganda separatista. Nada de tanques ni de invocaciones al general Batet: la prosa eficaz de la fiscalización de estos funcionarios del Estado.
Pero como es imposible confiar en este Gobierno ni en el grupo parlamentario que lo apoya en las Cortes, se impone recordar que España forma parte de la Unión europea y que a su suerte tenemos ligada la nuestra. En tal sentido, es decepcionante que una portavoz cualificada de la actual Comisión haya afirmado que la cuestión catalana es “asunto interno de un Estado miembro”.
Es que ¿no es asunto europeo el riesgo de inestabilidad financiera que originaría una nueva frontera? ¿no es asunto europeo las nuevas trabas a la libre circulación de mercancias y capitales? ¿han sido asunto interno los millones de euros procedentes de los presupuestos comunitarios para la mejora de las infraestructuras ferroviarias o aeroportuarias en Barcelona? ¿es asunto interno la culminación de las conexiones energéticas que se están realizando a través de Cataluña para impulsar el mercado europeo de la energía? ¿es asunto interno los miles de euros que reciben trabajadores en paro de los fondos de solidaridad? Y así sucesivamente.
Parece mentira que las autoridades europeas, que acaban de publicar un extenso estudio sobre el coste de no avanzar en una Unión política y económica, se desentiendan de los riesgos secesionistas que anidan en los Estados miembros.
Por eso, porque de la semilla de la ilusión de un mercado común se está construyendo una comunidad jurídica que quiere garantizar una digna calidad de vida en Europa, urge que los responsables europeos defiendan este proyecto en su integridad.
Consideramos por ello que debería procederse a una reforma simplificada del Tratado de funcionamiento. Una reforma que consiguiera garantizar los fines que se señalan en el artículo 3: ofrecer a los ciudadanos un espacio de libertad, seguridad y justicia sin fronteras interiores… promover un mercado interior en pro del desarrollo sostenible… tendente al pleno empleo y al progreso social… en un nivel elevado de protección y mejora de la calidad del medio ambiente…”.
A nuestro juicio, levantar nuevas fronteras en el seno de los Estados contradice los Tratados y la consecución de los objetivos señalados. Por eso nos permitimos avanzar una propuesta concreta que consistiría en dar una nueva redacción al artículo 26. 2 del Tratado de funcionamiento que pasaría a decir lo siguiente:
“Para dar cumplimiento a los principios y fines señalados en el artículo 3 del Tratado y con el objeto de estimular el desarrollo económico e impulsar la construcción del mercado interior, la alteración del territorio de cualquier Estado miembro, llevada a cabo de conformidad con su Ordenamiento interno, exigirá informe del Parlamento Europeo y del Consejo (de ministros)”.
Base legal para esta reforma sería el artículo 48.6 del Tratado de la Unión que permite aplicar el procedimiento simplificado cuando se modifiquen las disposiciones sobre políticas y acciones internas de la Unión. Siendo la del mercado interior una de las más claras y vistosas.
La dignidad herida el domingo solo puede sanar con la terapia de una sólida integración europea.
Francisco Sosa Wagner y Mercedes Fuertes (publicado en Expansión el día 11 de noviembre de 2014).